El día en que el Real Valladolid rozó la tragedia

La fotografía del autobús siniestrado fue publicada también en la prensa nacional. El diario MARCA incluía en su primera página esta imagen que reproducimos y que da idea de la violencia del impacto

Si el 20 de junio de 1928 había nacido el Real Valladolid, el 29 de agosto de 1949 debe ser considerada la fecha de su segundo nacimiento puesto que ese día todos sus jugadores salvaron milagrosamente la vida al salir indemnes de un accidente cuando el autocar en el que regresaban de jugar un partido amistoso fue aparatosamente arrollado  por un tren.
Apenas hacía tres meses que las grandes figuras del equipo italiano del Torino habían perecido en la catástrofe aérea de Superga y la opinión pública estaba aún sobrecogida por aquella tragedia, de modo que cuando llegaron a nuestra ciudad las primeras noticias del accidente de la expedición blanquivioleta se originó una gran conmoción, aunque por fortuna lo que pudo ser un drama quedó reducido a un susto que sus protagonistas no olvidarán mientras vivan.
Había jugado el Real Valladolid el último de los encuentros de la pretemporada en Pamplona, frente al Osasuna, saldándolo con una gran actuación y una victoria por 0-3, con goles de Revelta y Coque (2). Y los planes del viaje de regreso incluían pernoctar en Victoria, pero al no encontrar suficientes alojamientos en la capital alavesa decidieron los expedicionarios proseguir la marcha después de cenar. Poco podían sospechar que aquella determinación de reemprender el viaje pudo haberles costado la vida, ya que al llegar a un paso al nivel en la localidad burgalesa de Villafría el autobús fue alcanzado por un tren de marcancías que lo arrastró durante casi doscientos metros antes de que el maquinista consiguiera detener el convoy.

Así reproducía el Norte de Castilla el suceso. La prensa nacional también se hizo eco del suceso.

Con la expedición viajaba Angel Alvaro "Alvarito", redactor del Diario Libertad, quien narró en su crónica el acciente en los términos que reproducimos textualmente: "Era la una y cuarto de la madrugada y la barrera del paso a nivel de Villafría (Burgos), enclavado en una pronunciada curva, estaba levantada haciéndose, por otra parte muy dificil la visibilidad del tren por la falta de luz delantera en la máquina. Apenas hubo franqueado la primera vía el autocar sentimos como un relámpago y un ruido infernal del choque de los dos vehículos. Los asientos del autobús salieron despedidos hacia el techo brutalmente, quedando envueltos los ocupantes entre el amasijo de hierros. Entre las impresiones imborrables de aquel momento guardamos la del ayudante del conductor del coche que salió despedido al exterior por el parabrisas, yendo a caer de manera milagrosa sobre la plataforma de la máquina. A sus gritos de auxilio pudo darse cuenta el maquinista de lo que ocurría parando el tren cuando el autocar había sido arrastrado más de 150 metros. No obstante el momento de terrible impresión, la serenidad fue todo lo grande que se podía en tan dificiles circunstancias. Cuando el ten se detuvo el estado del autobús y el aspecto que ofrecían los ocupantes, conmocionados y heridos, hacía pensar en las más trágicas consecuencias.
Después de los interminables momentos del accidente se produjo un silencio denso, terrible, que rompieron los primeros quejidos. Nadie sabía exactamente qué había ocurrido, pero quien más quien menos intuyó que había sido algo terrible que les había colocado en el umbral de la muerte.
Casi dos horas después del accidente pasó por el lugar un autocar que venía de las fiestas de un pueblo vecino y en él se trasladaron los heridos a la Cruz Roja y Casa de Socorro de Burgos, donde recibieron las primeras curas y fue redactado el parte médico.
Paradójicamente, aquella temporada que empezó con este lamentable episodio concluyó con uno de los más grandes éxitos deportivos: la final de Copa.

-Fuente del texto y de la fotografías: Valladolid, viejas historias deportivas. Jose Miguel Ortega. ISBN: 84-404-7121-1

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