Los sonidos de ultratumba del Convento de las Claras

Iglesia y Convento de Santa Clara

En el Convento de Santa Clara está enterrado el legendario Alonso de Castilla, hijo natural de Pedro de Castilla y de una dama inglesa, obispo aquel de Osma y después de Palencia, el cual mantuvo esta relación “en su mocedad”. Fue legitimado don Alonso por el Papa y por el propio monarca castellano, Juan II, padre de Isabel la Católica. El cronista franciscano Francisco Javier Calderón afirma en su crónica que este caballero –Don Alonso- “vivió muy virtuosamente” y que dispuso en esta capilla su enterramiento junto al coro de las monjas. Nunca consintió su voluntad, incluso después de muerto, que fuese enterrada otra persona de su linaje dentro de su misma tumba: “no hay que escrudiñar los ocultos juicios de Dios, y así no discurro en el punto”.
Sin embargo, por lo que era más famosa su voluntad post-mortem dentro del convento era por los avisos que realizaba cuando alguien de su linaje se encontraba próximo a morir, oyéndose ruidos de su ataúd. Una tradición y leyenda de la que también se hacía eco el viajero Juan Álvarez de Colmenar –pseudónimo del editor y geógrafo holandés de los siglos XVII y XVIII Pieter van del Aa- en su obra de l’ Espagne et du Portugal” [Leiden, 1707]. El monasterio de religiosas de Santa Clara es importante por la singularidad de la tumba de un caballero castellano, enterrado en el coro de su iglesia. Se pretende que de tiempo en tiempo salen gritos llorosos, que son el presagio de la muerte de alguien de la familia [del linaje de los Castilla]. Se hacía eco de lo que cantaba el Romancero: “Non vos fagáis mortecina, / surgir vuesa faz serena, / non digan que en Santa Clara / dan golpes las tumbas vuesas, / que como Castilla sois, / no será mucho que sienta / en ver vuesa catadura / que cual finada estáis yerta”.

Capilla de don Alonso de Castilla. Dentro se haya el sepulcro de este noble,
aunque falta su busto funerario. Dado lo tétrico del asunto, si Tirso de Molina
hubiera escrito sobre don Alonso, probablemente aseguraría que la estatua se había ido andando

El cronista franciscano, fray Francisco Calderón, relacionaba este fenómeno con la posibilidad que tenían las monjas de avisar a los miembros de este linaje para que se convirtiesen y preparasen adecuadamente ante su final: “oiéndose en su tumba un ruido de grandes gopes; con que luego las religiosas auisan a los deste linaje para su preparación, pues no saben al que a de tocar la suerte y la experiencia es tan común que le oien las religiosas sin susto, conociendo el fin en la experiencia de tantos años”. Un relato que las monjas Clarisas se lo han ido comunicando de unas a otras, de las más ancianas hasta las más jóvenes, según nos lo comunicó la actual abadesa del convento, que recuerda como las mayores de la comunidad se lo relataban con cierto misterio e inquietud.

Sepulcro de don Alonso de Castilla
Fotografía cortesía de Javier Baladrón Alonso


-Fuente: Guía Misteriosa de Valladolid. Autor: Javier Burrieza Sánchez
ISBN:978-84-936875-6-4

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